19 de abril de 2024

Ideas, literatura y tecnología (y No. 2)

Escritor Virgilio López Azuán

Por Virgilio López Azuán

El uso de las nuevas tecnologías al servicio de la información y el conocimiento ha aumentado la creación y la producción literaria. Pero nos detendremos en el concepto de creación. ¿Es el individuo humano de hoy más creativo que antes en literatura? Esta pregunta no se puede definir solo a partir de la cantidad y la calidad de las obras publicadas.

Los contextos históricos, sociales, políticos y económicos influyen en esas creaciones y producciones. Tomando en cuenta estas dimensiones nos aproximaremos a una respuesta más justa. Las tecnologías permiten al escritor utilizar herramientas modernas para el acceso a nuevos conocimientos de forma inmediata que en otros contextos no hubiera sido posible.

A muchos países de América Latina y el Caribe llegaron obras importantes de la literatura después que habían sido releídas en Europa y Estados Unidos. Llegaban en barcos o correos aéreos y solo un limitado número de privilegiados tenían acceso a las mismas. Hoy con solo un clic se tiene acceso. Muchos escritores incursionaron tardíamente en el romanticismo, boom latinoamericano o corrientes literarias.

Todavía algunos escritores dominicanos se disuelven en poesías líricas de siglos pasados sin que se aporte nada nuevo al desarrollo de las letras. Algunos inventaron, copiando a los escritores franceses, españoles, movimientos de vanguardias o se adhirieron al estructuralismo ruso con escasa trascendencia. El uso de las nuevas tecnologías y las ideas del fenómeno global vienen cambiando todos esos modelos.

El escaso desarrollo de las letras no se debió a la falta de talento de nuestros escritores, sino a que ese talento no pudo ser cultivado desde políticas públicas, partiendo de la educación, el acceso a los libros, editoras, investigación, la cultura hacia una crítica literaria basada en principios académicos y científicos, entre otros aspectos.

Todos los tiempos tienen sus propias realidades. Aún con tantas limitaciones en la República Dominicana se conocieron importantes exponentes de la poesía, el cuento, la novela y el teatro, pero sin que tuvieran una impronta internacional para que sus voces se escuchen en los salones donde anuncian los premios Cervantes y Nobel, por decir dos galardones de importancia.

La inversión del mismo Estado y el sector privado en industrias culturales es escasa.

Los procesos políticos de dictaduras y los vientos liberales de la construcción democrática en la República Dominicana en su momento han limitado o no han interpretado de forma eficaz la importancia del desarrollo cultural del país, entre ellos de su literatura.

Ahora es mucho menos, solo hay que dar un vistazo al presupuesto dedicado a la actividad cultural por parte del Estado en los últimos años. Eso ni decir, la inversión del mismo Estado y el sector privado en industrias culturales es escasa, sabiendo que esos productos tienen su índice económico en el Producto Interno Bruto.

Por su lado, nuestro sistema educativo no garantiza en su currículo que el estudiante conozca efectivamente su cerebro, no solo desde el punto de vista fisiológico o anatómico, sino desde las teorías del pensamiento, las ideas, sus estructuras y representaciones. El estudiante debe conocer los mecanismos cerebrales de la producción del lenguaje y las actividades emocionales y espirituales.

No es solo conocer la estructura de un poema, de una novela, un análisis crítico o una obra de teatro, es algo más. No me aventuraré a traer aquí la expresión que utilizamos en los estudios del Movimiento Literario Efluvismo que se le atribuye a Miguel de Unamuno: “Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento”. Eso sería mucho pedir, aunque algunos pudieran entender que es una ficción unamuniana. Pero, es posible vigilar el pensamiento, conocer su estructura en individuos y colectivos. Con eso se avanza.

Traigo los siguientes  versos de una canción interpretada por el cantante Víctor Manuel San José Sánchez: “Y por eso a veces pienso/ que tengo un cerebro viejo, / curtido por los azotes / del calor y el invierno. / Es un cerebro alquilado/ que tiene un solo misterio: / ¿Quién será su antiguo dueño?/ Es una pieza cansada / que ha sufrido en otros muertos / que por una inercia antigua / sigue viviendo al acecho, / desde millones de años / hasta el mes de febrero.”

Todo lo anterior dicho parece solo poesía y es algo más. El cerebro, más que sus complejos mecanismos de pensamiento, lenguaje y emoción; más que una masa biológica, es un poderoso órgano al cual desconocemos en su infinitud.

¿Y qué decir de los vínculos de todas esas corrientes espirituales de las cuales se hablan? ¿Qué decir de esas redes y semejanzas entre el cerebro y los elementos de la naturaleza? Aquí caben más preguntas que respuestas, más reflexión y meditación que un ejercicio lógico y descriptivo. Hay que ver el rastro antropológico en la huella de los tiempos.

Toda la tecnología elaborada y utilizada por el individuo humano, es una proyección mental, es el resultado de una actividad cerebral y es lógico que tenga un parecido con su progenitor. Por eso las actividades computacionales se parecen al cerebro.

Entonces, la creación literaria o artística en sentido general no es más que otra proyección. Si hay un dominio de la génesis, de la estructura y la filosofía del pensamiento, el lenguaje y las emociones; si nos auxiliamos de la tecnología, seguro habrá mejores creaciones literarias.

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