Punto de fuga

Escritor y Académico, Virgilio López Azuán
Por Virgilio López Azuán
Los artistas plásticos y los arquitectos, al leer el título de este texto, “Punto de fuga”, asumirían el concepto unidimensional de un punto, plasmado en un plano para proyectar imágenes y objetos. Eso no sería extraño.
Es un punto imaginario para que dé la sensación de que en lo profundo convergen líneas paralelas; es una proyección de la imagen hacia otra dimensión. Pero si ofreciéramos otras miradas sobre ese punto y lo extendiéramos a lo potencialmente infinito imaginado, encontraríamos en el recorrido una puerta para el escape, para irse al confín de lugares laberínticos.
Entonces, ¿qué hacer ante la vasta incertidumbre? Lo mismo que haríamos aquí: construir la esperanza. Luego, cuando ataque el sopor y la carga existencial empiece a cerrar las puertas, localizar otro punto de fuga para proyectarse. Se haría con la esperanza de no encontrar otros lugares laberínticos donde acampar, sudando razones, pidiéndole al vacío que nos llene de aliento; a la materia oscura de la vida, que abra un espacio para encender nuestra luz e iluminar las callejas por donde andaremos.
Quizá, sin pretenderlo, podamos instalar un ritual de idas y venidas, desde el ser hasta la nada, desde el momento de la conflagración de los sentidos hasta la paz de la suprema experiencia poética. Seguiremos preguntándonos, ¿cuál es el propósito del “proyecto universal”? Si damos respuesta a esta pregunta, no harían falta los puntos de fuga, los espacios laberínticos y el fluir en el círculo filosófico del que todo principio es el mismo fin. El más escéptico diría que todo lo anterior no significa nada. Pero otros entrarían en una catarsis reflexiva, hilando razones, buscando los porqués.

¿Cómo sería proyectarse hacia un punto de fuga?, me preguntó uno de los discípulos del Movimiento Literario Efluvismo. No vislumbraba con certeza qué tipo de enfoque le daría al concepto. Hice una escaramuza mental y me encontré con Jacques Derrida y cómo él explicaba el significado de las palabras.
Entonces, asumí mi interpretación de tipo deconstructivo y epistemológico. No era el mismo significado que un pintor o arquitecto le daría a partir de la fuente de luz. En principio fue el sinsentido, después lo absurdo. Luego asumí una postura reflexiva, aunque ambigua y dubitativa, incluso sabiendo que una opción era no encontrar respuesta.
¿Por qué preocuparse por darle significado a un bendito punto de fuga? ¿Qué importancia tiene en nuestro contexto? No le contesté al discípulo en ese momento, pero prometí hacerlo. Ahora que escribo estas notas, reflexiono sobre ello.
Pensé: la idea es proyectar la esencia, el ser o la conciencia hacia ese punto de fuga. ¿Dónde estaría ese punto en el espacio-tiempo? De ubicarlo, debía tener un referente: la fuente de luz. Aquí se ponía más difícil la cosa. ¿Qué sería esa fuente de luz y dónde estaría localizada? Como pueden apreciar, ya estaba colocado en la misma dimensión donde se encontraba el punto de fuga.
En las matemáticas, sobre un punto pueden pasar infinitas rectas. Eso estaba experimentando; sobre una idea podrían pasar infinitas hipótesis o preguntas. Así es el acto reflexivo que se verifica en la mente humana.
Para muchas de estas hipótesis hay respuestas, para otras no. Pero lo mejor de todo es que siempre existirá la posibilidad de una o varias salidas que den sentido a lo que deseas encontrar desde la fuente de luz que alumbra la mente, el ser, la esencia o la conciencia.

Hay fuentes de luz que iluminan, según sean o no asumidas por el individuo. El mundo creyente asume el cuerpo y concepto de lo divino; otros, en lo no divino, la nada, lo absurdo, lo material, lo mágico, la energía, el amor, lo lúdico, el poder… Cualquiera que sea esa fuente, ha de pensarse que de ella emana todo, hasta los pálpitos de la existencia, por decirlo a manera de metáfora.
Dan impulso y vida. Si esa fuente coincide con el punto de fuga prefijado, puede que haga enceguecer. No debe ser fuente de luz el amor y punto de fuga el amor; tampoco el odio, la poesía… Mucho menos establecer como fuente y punto los contrarios: el amor y el odio, para citar un caso.
Tanto la fuente de luz como el punto de fuga pueden ser elegibles. Todo lo que existe no es fuente de luz; sin embargo, todo lo imaginado y real —incluyendo las emociones y sentimientos— puede ser punto de fuga.
Si no se establece una relación adecuada, podríamos equivocarnos en el tránsito por la vida. Por ejemplo, si su fuente de luz es la avaricia y su punto de fuga es el dinero, la relación entre fuente (avaricia) y punto de fuga (dinero) puede ser complicada para la existencia, en el plano material, principalmente.
Segundo ejemplo: Si su fuente es el amor y su punto de fuga son los celos, podría enceguecer y devenir en tragedia. Por su parte, si su fuente de luz es la autorrealización personal y su punto de fuga es el amor, la esencia, el ser y la conciencia florecerán.
Tercer ejemplo: Si su fuente de luz es el amor y su punto de fuga es la humildad, la fuga del ser se expresará en los sentidos espirituales, aunque se libren colosales batallas en el plano material. De esta manera se pueden presentar múltiples ejemplos.
El acto de pensar, sin llegar a la rumiación mental, se apoya en algo que ha disparado la chispa y que ha sido captado por los sentidos exteriores y los interiores: esa es la fuente. Detectada y asumida, esa fuente se convierte en eje para las acciones materiales y espirituales.

Potencialmente, habría infinitos motivos para colocar el punto de fuga en la dimensión que se desea. Ha de saberse que, para proyectarse a él, hay que dejar un rastro de sombra, despojarse de ella en el camino, hasta tratar de responder sus propias preguntas sobre la existencia.
Eso lo han hecho experimentados religiosos, místicos y practicantes de la magia. Ese lugar donde se supone que está el punto de fuga, reiteramos, del ser, la esencia, el espíritu, la razón…, soporta cuestionamientos, actos reflexivos, que tendrán un límite, solo si este se construye o se asume. De uno depende y tiene procedencia.El autor es escritor y educador. @VLopezAzuan.